Representante de profesores

  • El tiempo y la vida

    Por: Teodoro Gómez G.
    Docente de la Universidad La Gran Colombia



    El péndulo de la historia oscila hacia un nuevo humanismo universal en medio de la incertidumbre al servicio de la vida.

    Ultramodernos laboratorios de experimentación médica buscan la salud en la aldea global y en los medios de comunicación se dialoga y escribe para reinventar un mundo nuevo, centrado más en las personas que en las cosas.

    Los hogares se transforman en escenarios de agendas múltiples, charlas a distancia con familiares y amigos, música y películas, fotografías de los recuerdos, libros leídos, horas al jardín o a la terraza, juego de niños y mascotas, menesteres de la casa, gimnasia, teleconferencias e internet que todo lo contiene.

    Este tiempo es similar al de la infancia atormentada de Sören Aabye Kierkegaard, filósofo y teólogo danés creador del Existencialismo abierto, nacido en Copenhague (5 de mayo de 1813), e hijo de Michael Pedersen Kierkegaard, un severo padre de imaginación creadora, que tomaba a su hijo de la mano y en un recorrido por la casa le decía más o menos lo siguiente: vamos de prisa a la plaza de la gran ciudad y miraremos los árboles florecidos y frondosos y el paso de hermosos carruajes tirados por caballos cuando el reloj de la torre de la iglesia esté marcando las horas de la tarde, luego cruzaremos por el viejo puente para ver el fluir del caudaloso el río, más adelante, en el parque veremos a los niños jugar con sus mascotas, y antes de regresar a casa, pasaremos por los almacenes de cosas admirables y cuando llegue la noche, miraremos en el firmamento la luz de la luna y las estrellas que nos invitan a dormir para que sueñes tranquilo, mi querido hijo.

    Así procedía con puras palabras el padre del niño Kierkegaard.

    La vida es lucha, triunfo y felicidad, decía Aristóteles.

    Jorge Manrique dijo: “La vida son los ríos que van a dar a la mar, donde todo se finir, donde todo se acabar”.

    Gustavo Adolfo Bécquer: “Al brillar un relámpago nacemos y aún dura su fulgor cuando hemos muerto”.

    Porfirio Barba Jacob: “Era una llama al viento y el viento la apagó”.

    Las constelaciones, en diálogo con José María Rivas Groot, dijeron: “Tronos, imperios, razas vimos trocarse en lodo; vimos volar en polvo babélicas ciudades, todo lo barre un viento de destrucción, y todo es humo, y sueño y nada... y todas vanidades”.

    “El principio y fundamento de la vida del hombre son el agua y el pan”, Eclesiastés, XXIX, 28.

    “Si engaña la luz tan dulcemente, ¿por qué no ha de engañar también la vida?", M. Blanco White.

    “Fantasía en la juventud, lucha en la madurez, reflexión en la vejez”, W. S. Blunt.

    “La vida es sueño y los sueños, sueños son”, Calderón de la Barca.

    Luego, vivamos con alteridad, pensando en los otros con razón, emoción y acción.